Exposicion MCC. Tenerife . 2022

La exposición Cosmoloxías se compone de una colección de obras que revisan los modos de representación del Universo. En ellas Dubrovsky reconstruye un instante de contemplacion de una noche estrellada, un Atlas Celeste a través de video instalaciones y pinturas donde se conjuga la idea de partitura, mapeo y encriptación. Piezas de gran formato despliegan representaciones extraídas de programas de la agencia espacial (ESA), a través de una mirada transversal que revisa los bordes entre la imagen y el texto, problemática recurrente de su investigación artística.



VIDEOS
Cosmoloxias es un proyecto que se desarrolló a lo largo de los varios años de diálogo transdiciplinario arte-ciencia con Jose Edelstein (Profesor Fisica Teórica en USC Santiago de Compostela).
José Edelstein
Es físico teórico y escritor, formado en el Instituto Balseiro y en la Universidad Nacional de Lana Plata (Argentina), donde obtuvo su doctorado en 1996, además de en la Universidad de Santiago de Compostela, Harvard University y el Instituto Superior Técnico de Lisboa, en los que realizó estancias posdoutorais. Su trabajo científico se centra en diversos aspectos de la física teórica de altas energías, desde la gravitación a la física de partículas. Es autor de los libros “ Antimateria, magia y poesía” y “Einstein para perplejos” (junto a Andrés Gomberoff) y “Cuerdas y supercuerdas” (junto a Gastón Giribet), que han sido traducidos al francés y al italiano. Actualmente es profesor de física teórica en la Universidad de Santiago de Compostela e investigador del Instituto Gallego de Física de Altas Energías.
. Jose Edelstein.

obra
-Codices del CBM–
En esta serie, Irene Dubrovsky asocia los orígenes de la cartografía con los registros actuales del cosmos. La artista produce extensos mapas a la manera de los antiguos códices. Utiliza pliegos de papel artesanal entretejido y en ellos representa fotografías digitales extraídas de bancos de imágenes de programas de la Agencia Espacial Europea.
El códice, histórico modo de registro y soporte de la memoria escrita del ser humano es en este caso un vehículo donde registrar los aspectos mas sutiles de la materia cósmica, dando a nuestros bancos de imágenes científicas un lugar dentro de la tradición del arte.
Las pinturas estan hechas sobre pliegos de papel amante entretijido



Semiotica del Cielo. por Jose Edelstein
El códice luminoso proyectado en el telón de la noche fue objeto de fascinación desde que el primer homínido levantó la vista al cielo. Con el afán de dar sentido al enigmático espolvoreo de estrellas en ese fondo oscuro, las unimos con caprichosos trazos formando asterismos y
constelaciones que remedan formas conocidas. Cubrimos a la naturaleza con ese fino tul de líneas y símbolos. En esa cartografía quizás se esconda la más íntima expresión de nuestros límites y nuestros miedos. El anhelo de encontrar el refugio de un hogar en la desasosegante inmensidad del cosmos.
En la lejanía del cosmos se puede leer su pasado. Los abismos oscuros que envuelven a las estrellas, como supo ver Edgar Allan Poe, nosncuentan que el universo tuvo un instante inicial. La luz, que todo lo inunda, paradigma de la libertad, fue esclava en el albor de los tiempos.
Podemos contemplar desde el futuro el instante de su evasión. Esa gélida luminosidad primigenia, el fondo de radiación cósmica, nos habla de un universo en expansión en el que las estrellas, gregarias como nosotros, se agrupan en rebaños a los que llamamos galaxias. La nostalgia nos lleva a estirar la mirada con telescopios y otros aparejos, esperando encontrar en ese texto algún indicio que nos permita entender de dónde venimos, cómo estamos aquí. Pero la lectura demanda algo más que la mera observación. Debemos ser capaces de discernir, descifrar y traducir. La obra de Irene Dubrovsky es una indagación profunda y conmovedora de la semiótica del cielo nocturno. En ella conviven diversos modos de mirar que nos recuerdan que el sentido es un acuerdo tácito entre lo que vemos y lo que somos. Dime lo que ves en el manto oscuro de la noche y te diré quién eres.
Dubrovsky ve que los níveos puntos se vuelven surcos en el tiempo e intuye que esos arcos de luz que rasgan el cielo nocturno son el texto. Desde cada rincón del cosmos se verían patrones diferentes, revelando un universo plurilingüe en el que quizás pueda entenderse a la ciencia como nuestro obstinado empeño de creer en la existencia de una traducción fidedigna. Nuestro desesperado anhelo de vivir en un universo inteligible. Estos rasguños de luz dibujan, en la obra de la artista, una partitura única que remite a la de la música de las esferas soñada por Pitágoras y armonizada por Kepler. El arte y la ciencia proporcionan una manera diversa de explorar el mundo. Su mirada conjunta es enriquecedora. Irene Dubrovsky establece una filología de los cielos con su obra Roseta, una reflexión sobre la propia naturaleza de la traducción que parece hundir sus raíces en alguna estantería de la biblioteca de Babel en la que los jeroglíficos habitan pentagramas y las corcheas despliegan con aire distraído su elegancia caligráfica. Reivindicando la etimología de la palabra texto, la artista permite a la luz romper los mimbres del tejido en sus mapas cosmológicos, provocando un juego de sombras distinto para cada espectadora. Nos recuerda que las minúsculas diferencias de temperatura entre dos puntos cualesquiera del cosmos antiguo fueron las semillas de galaxias y cúmulos. La tersa flacidez de reglas y relojes de la Relatividad General todo lo arruga.
Incluso las luces y sombras de un universo que late. El escenario en el que todo acontece se sacude, como si los astros se movieran sobre la membrana
de un enorme tambor, como vibran el espacio y el tiempo entretejidos en el milenario papel amate de la obra de Irene Dubrovsky. La estructura geométrica del papel vegetal mesoamericano, cuya consistencia última se obtiene secándose al Sol, se deforma y expande, imitando a ese otro tejido: el del espacio-tiempo. Parece querer decirnos que, sea cual sea la realidad última de su textura, el universo tiene la elocuente hechura de un texto.
El códice luminoso proyectado en el telón de la noche fue objeto de fascinación desde que el primer homínido levantó la vista al cielo. Con el afán de dar sentido al enigmático espolvoreo de estrellas en ese fondo oscuro, las unimos con caprichosos trazos formando asterismos y constelaciones que remedan formas conocidas La obra de Irene Dubrovsky es una indagación profunda y conmovedora de la semiótica del cielo nocturno.

En ella conviven diversos modos de mirar que nos recuerdan que el
sentido es un acuerdo tácito entre lo que vemos y lo que somos. Dime lo
que ves en el manto oscuro de la noche y te diré quién eres. Dubrovsky ve que los níveos puntos se vuelven surcos en el tiempo e intuye que esos arcos de luz que rasgan el cielo nocturno son el texto. Desde cada rincón del cosmos se verían patrones diferentes, revelando un universo plurilingüe en el que quizás pueda entenderse a la ciencia como nuestro obstinado empeño de creer en la existencia de una traducción fidedigna. Nuestro desesperado anhelo de vivir en un universo inteligible. Estos rasguños de luz dibujan, en la obra de la artista, una partitura única que remite a la de la música de las esferas soñada por Pitágoras y armonizada por Kepler.
El arte y la ciencia proporcionan una manera diversa de explorar el
mundo. Su mirada conjunta es enriquecedora.
Irene Dubrovsky establece una filología de los cielos con su obra Roseta, una reflexión sobre la propia naturaleza de la traducción que parece hundir sus raíces en alguna estantería de la biblioteca de Babel en la que los jeroglíficos habitan pentagramas y las corcheas despliegan con aire distraído su elegancia caligráfica.

Reivindicando la etimología de la palabra texto, la artista permite a la luz
romper los mimbres del tejido en sus mapas cosmológicos, provocando un juego de sombras distinto para cada espectadora. Nos recuerda que las minúsculas diferencias de temperatura entre dos puntos cualesquiera
del cosmos antiguo fueron las semillas de galaxias y cúmulos.
La tersa flacidez de reglas y relojes de la Relatividad General todo lo arruga. Incluso las luces y sombras de un universo que late. El escenario en el que todo acontece se sacude, como si los astros se movieran sobre la membrana de un enorme tambor, como vibran el espacio y el tiempo entretejidos en el milenario papel amate de la obra de Irene Dubrovsky. La estructura geométrica del papel vegetal mesoamericano, cuya consistencia última se obtiene secándose al Sol, se deforma y expande, imitando a ese otro tejido: el del espacio-tiempo. Parece querer decirnos que, sea cual sea la realidad última de su textura, el universo tiene la elocuente hechura de un texto. / Jose Edelstein

COSMOLOXIAS 2019
